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El hermano menor de Ridley Scott, responsable, entre otros, de títulos como Top Gun o Marea roja, se mete en los entresijos del espionaje y de la Agencia de Seguridad Norteamericana en la posguerra fría. El protagonista, Will Smith (Robert Clayton en el filme) es un feliz abogado al que, de repente, acusan del asesinato de un congresista. En realidad el asesino es un agente de la NSA (Agencia de Seguridad Norteamericana), que temía que el joven abogado hiciese saltar por los aires sus maquiavélicos y ambiciosos planes. El único capaz de ayudarle será un antiguo agente de la NSA, interpretado por Gene Hackman, que tuvo que desaparecer del mapa hace más de veinte años.
Con un reparto de altísima calidad, donde Gene Hackman siempre brillará con luz propia, al igual que John Voight, lo que no gusta de la película es que los hechos y la intensidad de la película se diluyen en una continua persecución en la que no sabremos cómo terminarán las cosas, ya que hay momentos en los que no se sabe qué pasó con la filmación o simplemente se pierde el rastro de ciertos acontecimientos en la película, en fin, si no se presta atención, uno puede terminar como el mismo Robert Clayton cuando no sabía qué era lo que querían de él.
Efectos especiales y una tecnología que asusta aunque no sea (?¿) completamente real, pero uno nunca sabe...
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