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Una muy buena película de las que inspiran un poco a ser mejores como seres humanos, en especial por las implicaciones que ciertos hechos en tu vida personal llegan a tener en el ámbito social, la envidia, la hipocresía demuestra que hay cierta esencia que se debe rescatar y mantener a toda costa.
Henry Turner es un exitoso abogado que lo tiene todo en la vida, o al menos eso cree. Una noche, por cosas del destino decide salir a comprar cigarrillos y se encuentra en la tienda a un asaltante que le dispara dos veces. Estos disparos hacen que tenga una hemorragia muy fuerte y un paro que le provocan un fuerte retraso a nivel cerebral y prácticamente comenzar una nueva vida donde deberá aprenderlo todo de nuevo: a hablar, a caminar y a conocer a quienes eran su esposa e hija, principalmente.
Dentro de este período largo de rehabilitación, Turner descubre entre algunos vagos recuerdos la vida que llevaba los engaños a su mujer y los de ella hacia él, que no era el mejor padre ni el mejor amigo de los que le consideraban ahora un "fracasado en quiebra"...
La actuación de la bellísima Annette Benning como la esposa que apoya, cuida y sufre al lado de su esposo una dolorosa rehabilitación está muy bien lograda. Benning transmite una ternura y sentimiento en una medida asombrosa. Por parte de Ford, para mí es la película en la que debía haber ganado al menos la nominación al Oscar, ya que entre todos sus papeles este es el más humano y en el que se nota que no había hecho nada parecido comparado con otras películas.
En fin, la conclusión de la historia es la justa, tiene una esperanza y un motivo que muchos deben llegar a entender en la vida.
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